
AXE Ceremonia: el show no debió continuar
Texto: Omar Gutiérrez / @ommgtz94
Esta crónica no tendría por qué existir. La edición 2025 del Axe Ceremonia será recordada como un antes y un después para la industria de la música en vivo, con la tragedia convirtiéndose en protagonista por encima de Charli XCX o Natanael Cano.
El pasado 5 de abril asistí como aficionado al Parque Bicentenario para disfrutar de una tarde llena de música: Meme del Real fue el primer artista que escuché en el Axe, el escenario principal del evento, sin tener idea de que a esa hora, a solo unos metros, la negligencia deambulaba.
Para aproximadamente las 7:00 de la noche, empecé a recibir mensajes de amigos que me preguntaban sobre qué sabía del “chisme” en el Ceremonia. Yo no tenía idea hasta que entré a Twitter y vi el “rumor” de que una estructura había caído provocando “lesiones” en algunas personas.
El show continuó, lo que me hizo pensar que todo estaba “bien”, que si hubiera ocurrido algo grave, ya lo habrían informado. Gran error.
Poco después pasé a un costado de la estructura caída. Policías, elementos de seguridad privada y personal de Protección Civil tenían acordonado el lugar, únicamente tomé un par de fotografías para enviarlas al medio en el que trabajaba y seguí con el recorrido.

Miles de personas pasaban por el lugar, algunas sorprendidas veían el movimiento y seguían, otras tomaban fotos o videos y se retiraban, al final, la música nunca se detuvo, lo que, en lo personal, me hizo pensar que no había por qué alarmarse.
La señal de internet en el lugar era intermitente, por lo que dejé de recibir mensajes. Únicamente aproveché para avisarle a mis padres, que, junto con mi hermano y mi novia, estábamos bien.
Aproximadamente a las 10:30 de la noche, minutos antes de que empezara Natanael Cano, el headliner del sábado, cayeron nuevos mensajes: algunos amigos me preguntaban si estaba bien, otros eran comunicados de autoridades que aseguraban que dos personas habían perdido la vida por la caída de una grúa en el festival Ceremonia.
Sabiendo eso, me quedé congelado, pensando: ¿estamos seguros? ¿quién o qué nos garantiza que no se repita? También confirmé que se trataba de dos colegas de profesión: Berenice y Miguel, y que además, por lo poco que sé, es que también eran grandes amantes de la música.
Esa presentación, la que más quería ver, ya no la disfruté. Solo estaba preocupado, en alerta, viendo que la gran mayoría de los que estaban junto a mí no tenían idea de lo que había pasado a nuestras espaldas.
Al momento de desalojar el Parque Bicentenario, muchos empezaron a recibir mensajes y a darse cuenta de que había pasado algo. Nunca se nos informó a los asistentes sobre lo que había pasado a unos metros de Natanael Cano, Charli XCX o Tomorrow X Together.
Al llegar a casa me quedé dormido casi de manera instantánea, pero me despertaba, me sentía inquieto, no descansé.
Entre comunicados de autoridades y versiones de medios de comunicación, llegó un sentimiento de impotencia, de indignación, una especie de melancolía.
No hay cobertura fácil en el periodismo, sin importar la rama a la que uno se dedique. Estando años en el gremio, también he notado cierto desdén a los colegas que cubren la fuente de espectáculos o entretenimiento. Parece que para los que cubren nacional o política, son las únicas fuentes válidas, cuando las coberturas musicales, teatrales o cinematográficas también pueden ser jornadas larguísimas.
Cuando uno cubre festivales, las condiciones también suelen ser precarias. Muchas veces, el trato depende del medio: los que llevan una buena relación con la promotora en cuestión tienen ciertos privilegios, empezando por exclusivas con talento del evento.
El rayo del sol, la lluvia, los empujones, la sed, correr de un escenario a otro para cumplir con la agenda del editor… Son tantas y tantas cosas a las que uno se enfrenta, pero cuando eres joven y tienes ganas de demostrar tu talento, no hay límites, vas y lo cumples.
Por lo que veo, los casos de Bere y Miguel fueron así: ambos amaban la música y amaban su profesión. Nadie merece perder la vida haciendo lo que ama, uno confía que con precios tan inflados y los filtros para las acreditaciones, la seguridad en el evento está garantizada, pero es obvio que no es así.

Como melómano, creo que muchos nos sentimos decepcionados o enojados. Como periodista, me uno a la exigencia de justicia para Berenice y Miguel. Como ciudadano, espero que por una vez haya un proceso conforme a ley y que se detenga a los responsables, y no solo a un chivo expiatorio, como suele pasar en este país.
Que Berenice y Miguel sean recordados y este triste capítulo no quedé solo como algo más en la larga lista de tragedias alrededor del mundo de los conciertos y festivales en nuestro país.
Que la próxima vez que se anuncie un festival, también se anuncien las medidas que se tomarán en caso de una eventualidad. Que las autoridades sean transparentes en cuanto a la implementación de protocolos de Protección Civil. Que los medios cuestionen y no sean complacientes con tal de conseguir acreditaciones. Esto nos compete a todos los que formamos parte de la industria.
Por desgracia, aprendimos que un festival va más allá de los nombres en el cartel.
¡Justicia para Berenice y Miguel! Un fraterno abrazo a familiares y amigos, les acompañamos en su dolor.