
El futuro del folclore es ahora: La visión vanguardista de La Guarida del Dragón en su LP ‘TrashCRIOLLO’
La historia de la música peruana ha sido siempre una tensión entre tradición y modernidad, entre conservar y transgredir. TrashCRIOLLO no intenta resolver esa dicotomía, la hace explotar. El proyecto limeño -ahora instalado en CDMX- La Guarida del Dragón no trata de preservar el folclore, lo utiliza como materia prima para una obra que no mira al pasado con devoción, sino con la irreverencia de quien está dispuesto a desarmarlo y reconfigurarlo desde sus propias obsesiones.
Este no es un homenaje respetuoso ni una revisión nostálgica. Aquí el vals se retuerce, la música afroperuana se desliza entre capas de distorsión y la producción urbana cubre todo con una pátina de ruido y caos. La instrumentación tradicional no se trata con delicadeza; se lanza al vacío, se somete a procesos que la transforman hasta que apenas se reconoce. Cada ritmo que pudo haber sido ceremonial ahora es puro vértigo.
Si algo deja claro TrashCRIOLLO es que el futuro del folclore no está en su conservación, sino en su destrucción estratégica. En tiempos en que muchos artistas buscan hacer de la tradición un producto de exportación pulcro y digerible, La Guarida del Dragón opta por la imperfección y la crudeza. Lo suyo no es world music de museo; es el sonido de la calle, del choque, del conflicto entre raíces que no necesitan ser reconciliadas para coexistir.
Más que una fusión, esto es un sabotaje desde dentro. TrashCRIOLLO no se esfuerza en explicar sus referencias, no siente la necesidad de justificarse. Es un disco que no pide aprobación de ninguna escena ni de ninguna academia. Se desentiende de los puristas tanto como de los que buscan exotismo prefabricado. Es música para quienes entienden que la herencia cultural no se honra repitiéndola, sino haciéndola estallar en pedazos y construyendo algo nuevo sobre las ruinas.
Pocos discos peruanos recientes han sido tan urgentes, tan dispuestos a incomodar. TrashCRIOLLO es el sonido de alguien que no quiere ser embajador de nada, que no está interesado en representar una tradición, sino en desmantelarla para ver qué posibilidades emergen de su colapso.