Reflexiones rockeras inspiradas en el tiempo, la música y los sueños.

Texto: Denis Márquez

Fotos: Javier “Bentor” Torres

En una noche en la que el tiempo pareció desdibujarse y la música se convirtió en un puente entre el presente y el pasado, el grupo mexicano Kerigma celebró su 40 aniversario con un concierto que resonó con la intensidad de una tragedia shakesperiana. El evento, celebrado en el icónico Teatro de la Ciudad Esperanza Iris en la Ciudad de México, reunió a fanáticos de todas las edades y generaciones, ansiosos por sumergirse en la mística del rock progresivo que ha caracterizado a la banda a lo largo de su carrera.

Umbrales, quienes fueron los encargados de abrir telón, son una banda que combina elementos del rock alternativo y progresivo, cautivó al público desde su primera nota. Su propuesta sonora, enraizada en la experimentación y la fusión de géneros, demostró que el relevo generacional del rock mexicano está en buenas manos. Canciones como «Respira» de la mano de Manuel Suárez, entre otras canciones de su repertorio, revelaron una habilidad impresionante para tejer atmósferas envolventes y letras introspectivas. El análisis de su música como banda actual en la escena musical revela un profundo respeto por las influencias del pasado, a la vez que desafían los límites con una visión vanguardista. 

La música de Kerigma fluyó como un río turbulento, combinando intrincados solos de guitarra, líricos pasajes instrumentales y letras que oscilaban entre lo introspectivo y lo profundo, tocando lo mejor de su repertorio. “Sorpresa”, “Bajo la luna”, tema por el cual es conocida la banda de culto Crista Galli, compartiendo escenario con Pascual Reyes, Memo Méndez, Magadán y más exponentes, destacó la vitalidad y la diversidad de la escena musical del rock en México, llegando al cierre con “Tres lunares” donde un público coreando de pie y vibrando junto a la banda, daba la sensación de estar viajando a gran velocidad en el tiempo.

En resumen, el concierto del 40 aniversario de Kerigma fue una experiencia inolvidable que fusionó la pasión del rock nacional con la profundidad de sus pasos a lo largo de este tiempo, exaltando a los compañeros que lamentablemente no están presentes, pero que su legado ha fortalecido a la banda de inicio a 40 años después. La conexión de su introducción entre la música y la obra de Shakespeare añadió una capa de complejidad y significado que resonó en el corazón de los asistentes. No obstante, también sirvió como un recordatorio de que el rock en México aún enfrenta desafíos para ser plenamente apreciado en todas sus formas.

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