“My boy, my boy, don’t lie to me, tell me: Where did you sleep last night?”

Octubre de algún año no remoto.

Miraba por la ventana y pensaba: “my boy, my boy, where did you sleep last night?”, tan triste y derrotada como Kurt Cobain en ese concierto en el que se encuentra especialmente distraído…

Hacía frío. El otoño se sentía invernal. Los pies y los glúteos se me congelaban y me sentía tan sola, tan alejada incluso de mi propio yo.

Leí que la mirada del lujurioso siempre es triste y mientas me preguntaba “my boy, where did you sleep last night?”, pude ver en el reflejo de mi ventana que mis ojos se veían a ellos mismos cansados, hinchados y abatidos por las múltiples preguntas que nunca nadie respondería, cuasimutilados por la gélida madrugada, por el avernal insomnio.

Cómo me hubiera gustado haber escuchado en ese momento “Where did you sleep last night” de Nirvana, con la quebrada y dolorida voz de aquel que navegó entre la heroína y un “buen” día decidió bajar el telón de su existencia.

Pienso con frecuencia que escuchar música triste cuando uno se pasea por el sendero de la tristeza, siempre ayuda… Te liberas, la inspiración sube desde las entrañas hasta cada neurona, el corazón bombea rojo a niveles industriales, las manos tiemblan con cada tecleo en la laptop y boom! ¡Implosión! ¡Explosión! ¡Una nueva historia llena de melancolía!…

…Un corazón lleno de vida y radiante surge cuando la noche se torna nigérrima anunciando las primeras horas del amanecer.

Aquella madrugada de octubre no me deshice de todo el dolor, de la tristeza… Ningún corazón radiante despertó a la mañana siguiente. Fue un año o más de seis meses el tiempo que arrastré la nube negra de la decepción a todo lugar al que iba. Pero nadie lo notaba, ni siquiera yo…

Si Kurt Cobain y su falta de ganas de vivir me hubieran acompañado, posiblemente mi sol hubiera salido más pronto, tal vez me hubiera despertado con la sensación de: “¿qué me estaba preguntando en la madrugada?, ¿a quién estaba intentando olvidar?”. En lugar de una inmensa falta de apetito que terminó en una cirugía de vesícula vía laparoscopía.

Ahora creo que mi cuerpo y mi ser expulsaron su desvalorización (porque ya no podían seguir sintiéndose miserables) a través de dolores tan infernales, que explotaron con “enormes” cantidades de vómito biliar aquel día al salir del quirófano.

He escuchado que los dolores del alma y las preocupaciones se manifiestan en padecimientos corporales o daños en la salud física y mental.

Las cicatrices de guerra de aquellas noches sin fin, madrugadas infinitas en las que una y otra vez la misma pregunta me anegaba de dudas, de dolor, de ansiedad y de un auténtico devalúo de mi yo misma, son cuatro. No son figurativas ni metafóricas pero ¡ah, cuánto las quiero!

Mi vientre y sus pequeñas cicatrices me recuerdan que una vez estuve tan triste y más devaluada que nuestro peso mexicano, que no me puedo permitir nunca volver a estar en ese estado, porque no lo necesito y porque no hay más vesículas para extraer.

Hoy escucho el inconfundible “my girl, my girl, don’t lie to me, tell me: where did you sleep last night?” y cómo me afloran los recuerdos, cómo la disfruto con nostalgia y nada de tristeza. Ahora me pregunto si algún día volveré a ahogarme en los miasmas de la aclamada tristeza. Realmente espero que no.

Esta noche me desvelaré repitiendo “my girl, my girl, don’t lie to me, tell me: where did you sleep last night?”, con la variable que mis pensamientos no tendrán rostro u objeto, con la nostalgia del otoño actual, con el deseo de que alguien, no importa quién, piense en mí al escuchar esa línea… Porque a todos nos gusta creer que existe otro ser destruido por nuestro egoísta rechazo, por nuestra adquirida y aprendida indiferencia.

Nota al lector:

Si algún fantasma de un ex amor o un amor mal correspondido lo atormenta, intente liberarse de ese fatal sentimiento elevando su tristeza/miseria a la millonésima potencia escuchando una canción triste que lo derrumbe pero lo haga sentir tranquilo a la vez. Importante: NO tenga cerca objetos con los que pueda causarse daño.

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